Puestos a hablar de deseos.. empezaré con uno absurdo que tuve de pequeña. Siempre quise llevar aparatos en los dientes, tener pecas , cicatrices de heridas de guerra y un caballo, al que le había hecho un hueco en mi cama (porque está claro que no iba a dormir a la intemperie!) De todas esas cosas, los aparatos en los dientes era lo que más fácil podía pasarme, pero para mi desgracia nunca tuve ningún problema dental. Mis dientes de leche caían ordenados como Gemmas Menguales tirándose a la piscina y volvían a salir sin oponer resistencia. Pensaba que la ortodoncia me convertía inmediatamente en una “fuera de la ley”, gamberra y más listas que nadie, como si el hecho de que un dentista te hurgara en la boca y te la llenara de hierros, despertara ese ser astuto y con corazón de oro (véase Robín Hood) que todos llevamos dentro. A falta de eso me ponía mondas de naranja en forma de sonrisa e intentaba hablar con ellos entre los dientes.. ahora me moriría del susto si sólo consiguiera uno de esos “deseos” y además ahora también sé que ya tenía mis propios defectos para sentirme diferente, sólo que, como ocurre con el pelo ondulado y liso, siempre queremos lo que no tenemos.
El secreto de la boticaria - Sarah Penner
Hace 1 mes
2 comentarios:
Ja,ja,ja, muy bueno! Lo de Gemma Mengual me ha llegado al alma. Sí, menos mal que no se cumplieron, aunque yo de todo lo que tú has dicho coincidía con una cosa también, las heridas de guerra!!. Ummmhh casi que mejor que no pasaran todas estas cosas..
Yo lo de las heridas de guerra no, pero siempre quise tener pecas y un caballo blanco...
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