Tras leer el post de “Cruzando paredes” publicado por Escarlata, a parte de llorar un poquito por dentro puesto que una de mis rarezas es que a no ser que esté ligeramente inclinada, no me salen lágrimas, me he puesto a pensar en que últimamente me quejo muy a menudo de todo, me deprimo por nada (con excepciones) y me siento muy cansada. A mí no me gusta ser así, ya que me doy cuenta que de esta forma mis colores, aquellos de los que seguro tengo el bolso lleno, se me suicidan rápidamente. Así que he decidido viajar durante unos instantes al origen de mi particular arco iris. La primera caja de lápices de colores me la dieron cuando empecé preescolar, tuve la gran suerte de caer al lado de una niña con el pelo color castaño, al igual que sus ojos, enormemente redondos y brillantes, portadora de una coleta agarrada con mucha fuerza llena de rizos kamikazes, y un flequillo a lo Superman. No sabría decir que frase hizo de puente eterno, pero nos abrió un mundo de risas poco contenidas y un tanto infinitas, que siguen a día de hoy. Y mi caja de lápices se iba llenando, notas secretas tras los cuadros del colegio, atracos a la caja de las Ostias, secretos inconfesables, cajas enterradas con la descripción de quien serían nuestros novios en el futuro (menudo ojo teníamos) , el Spectrum, Lassie, los embarazos imaginarios con el envoltorio de papel de plata de los bocatas, el árbol de los deseos, y es que no acabaría nunca porque con todo lo que podría relatar haría una biblioteca entera.
Estuve a punto de perderla un día, cuando nos empeñamos en copiar un ejercicio acrobático que salía por la tele, a mí me tocaba estirarme en el suelo, encoger las piernas y ella tenía que apoyar su espalda en la planta de mis pies. El sentido de todo esto creo que consistía en que yo, con mi impulso la hacía girar en el aire, pero el final de todo esto era que estábamos en un octavo piso, la ventana estaba abierta y mi foco hacia ella…ummmhhh, por suerte se estampó un poquito más abajo…Gracias a esto y a las galletas mágicas se que podré seguir escribiendo más y más anécdotas hasta por lo menos los 90 años, fecha en la cual espero que desaparezcamos de forma ridícula.
Gracias por los colores, no pienso perderlos.
2 comentarios:
jo, ya me he emocionado... lo malo es que a mí me pasa al revés, me salen demasiadas lágrimas y se me moja el teclado...Hay algo en el aire que nos hace estar muy sensibles, no?
Love is in the air, churri!!
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