11 de junio de 2008

Minimals


Hace muuuchos años, me regalaron por Navidad un kit de Minimals. ¿Qué eran los minimals? Eran unos pequeños seres bondadosos (ay, no, esto eran los Diminutos), eran sólo unos pequeños seres que en teoría nacían en el agua al verter el contenido de unos sobres mágicos. Yo por aquel entonces me acababa de leer “La historia interminable”, y me había resignado a que mi perra Lassie nunca se convertiría en Fujur ni me llevaría a volar por los cielos de Cerdanyola, así que los minimals eran ni única esperanza de que la magia existía, y que la iba a tener en mi pecera. Vertí el sobre y me senté frente a la pecera. Nada ocurrió. Al día siguiente me senté frente a la pecera, sin mejor resultado. Durante los días siguientes pasaba largas horas frente a la pecera, intentado ver rastros de vida. Era tanto mi empeño que estoy segura de que una vez vi una cosa parecida a una sirena macho que nadaba, y que incluso tenía bigote, pero esto no lo puedo asegurar porque quizás estaba demasiado exaltada. El agua de la pecera estaba cada día más sucia, y yo pasé una larga temporada defendiendo a los minimals, lo que me costó las burlas de mis amigos, incluso ahora, casi veinte años después. Finalmente, me vi obligada a tirar el agua pantanosa de la pecera, mientras le decía a mi madre que aquello era un genocidio de minimals, aunque ella no me hizo ni caso.
La mayoría de la gente se ríe cuando le hablo de los minimals o miran hacia otro lado o simplemente dicen tener mucha prisa, pero algún día saldrán a la luz. Alguna vez he llegado a pensar que nosotros somos los minimals, y alguien nos observa desde las alturas, sentado frente a la pecera.