Hace tiempo, cuando tuve mi primer problema gordo, claro que mirado desde los 33 que tengo ahora es una tontería, recuerdo que lo único que quería era poder flotar, suspenderme en el aire, allí cruzaba las piernas, cerraba los ojos y no sentía ni oía nada, simplemente flotaba rodeada de oscuridad en absoluta calma. Mis problemas quedaban abajo y yo de vez en cuando los miraba desde arriba cubriéndolos de poca importancia.
Ahora mismo me gustaría poder volver a hacerlo. Cuesta más, pero será cuestión de lanzarse de nuevo, dispararse hacia lo más alto, sacudir los hombros, las piernas, los pies y hacerse con una cama elástica noruega.
Saltar y dar volteretas, desperezarse, andar con las manos y retorcerse por la calma que tanto se necesita. Mi pequeño espacio, donde nada ni nadie alcanza. Y de allí, una vez esté en paz, lanzarme de cabeza a una piscina llena de colores. Rojos intensos, verdes hierba, rosas Bradshow, amarillos supersticiosos, azules mar….
Empiezo a volar y cuando caiga espero reparar mi círculo agrietado.
El secreto de la boticaria - Sarah Penner
Hace 1 mes
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