Recuerdos

El otro día vi un reportaje que explicaba la historia de una mujer que había perdido la memoria. Tenía 45 años, y a los 40, tras pasar unos días en coma por un accidente, olvidó todo lo sucedido anteriormente. Cuarenta años de su vida borrados de un zarpazo.

Tuvo que aprender de nuevo a leer y a escribir. No reconocía a su marido, pensaba que era un enfermero que estaba en el hospital cuando ella despertó del coma, y que cuidaba de ella hasta en su casa. Olvidó incluso que tenían una hija. Finalmente, dejó su hogar porque no conocía ni quería a aquellos dos extraños que habitaban en él y empezó una nueva vida sola.

Su marido la visitaba con frecuencia, le hablaba del pasado, le ponía videos donde estaban juntos, pero ella no se acordaba de nada y lo veía como a un simple conocido que se preocupaba por ella. Él se sentía impotente porque no podía hacerle recordar, ni recriminarle su abandono.

Y todo porque una pequeña parte de su cerebro se había dañado. Es curiosa la fragilidad de la memoria, lo difícil que resulta a veces olvidar a alguien, mientras otros darían su vida por recordar.

Al final, no somos más que un montón de recuerdos.