Érase una vez una Escarlata a la que le gustaba jugar, y que incluso podía cantar mientras lo hacía. Y un juego de Internet llamado “Wordchallenge”, que consistía en hacer el mayor número de palabras combinando letras, y donde cada palabra puntuaba.
Escarlata jugaba tranquilamente, sin competir, hasta que fue superada por Naida, y entonces el mundo se agrietó. Después de una reputación ganada a base de tardes de “Scrabble” y rebanadas con queso, Escarlata no podía aceptar la derrota: empezó a jugar como una posesa y a medida que subía su puntuación, su voz iba menguando.
Escarlata batió récords, llegando casi a doblar la puntuación de Naida, pero cayó en la maldición del wordchallenge: fue capaz de crear millones de palabras en un mundo virtual, mientras que en el real, lleva casi una semana sin soltar una.
Quién algo quiere algo le cuesta: Fausto vendió su alma al diablo para ser sabio, la Sirenita regaló su voz para tener piernas, y Escarlata se quedó muda para hacer más palabras que nadie…
Y es que los que tienen mal perder a veces acaban perdiendo algo más importante que lo que se jugaban.
Pues nada, que yo me voy a jugar al Wordchallenge un rato…Quién pueda, que me siga!
5 comentarios:
Habrá que aprender el lenguaje de signos porque pienso ganarte! queda aquí escrito y sois todas testigos...
Si, si, pero ya está bien! No vale usarlo como excusa para postergar un club de campo.
os venís tal y como esteis, ya haremos señas o escribimos todas notas porque de lo que se tratará será de reir y eso sí podeis.
Tampoco vale rabadilla como animal acuático!
jajaja qué gran paradoja!!
Por vuestra culpa acabo de engancharme al wordchallenger... yo era feliz antes de conocerlo... aichhh por dios!
Sonia...ho sento!!! sí, engancha y mucho, a mí me dan hasta tembleques...
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