8 de diciembre de 2008

Un paseo para el alma. Parte III



Allí estaba, el hada que debía ser rescatada de la tienda. Para aquellos que no lo sepáis colecciono Hadas (y también adornos Navideños estrambóticos). Las hadas vienen a ti, tú no las eliges y ésta me llamó desde la caja. Ahora la tengo conmigo, en mi escritorio, bien cuidada, no como la última que dejé tirada en un cubo de basura…sin querer, por supuesto. Temía que se hubiese corrido la voz en su mundo pero parece ser que no les importa que las siga cuidando.

Si aún tenéis que hacer los regalos de Navidad, esta es una buena tienda donde perderse.

Las calles ya no esperaban más, querían ser descubiertas, así que seguí mi camino por la C/ Petritxol hacia la Pl del Pi y atravesándola llegué hasta L’Embruix, tienda de piercings y tatuajes. Desde que me hice el del tobillo me quedé con las ganas de hacerme otro en la espalda así que hoy que no tengo prisa es un buen momento para mirar dibujos, pero… no pudo ser, el local estaba en obras y precisamente el álbum con muestras de flores había desaparecido…así que de nuevo rumbo a la Pl. del Pi esta vez para dirigirme al Rte el Portalón, en la C/ Banys Nous.

El restaurante en cuestión estaba girando hacia la izquierda, así que decidí girar a la derecha y perderme antes un poco, gracias a Dios que lo hice porque acabé descubriendo la Pl. Felip Neri, que bonita, que lugar más fuera de todo, que remanso de paz, que ..me quiero quedar aquí leyendo un libro y no ir a ningún sitio más…




Pero nada es eterno y mi alma protestaba, quería acabar el paseo, hacía tiempo que se lo había prometido, así que con tristeza, puse rumbo al Portalón



Porque este restaurante? Pues bien, resulta que la barra del bar que es de madera está hecha por mi padre, y hace mucho tiempo que me viene contando la historia de cómo le costó hacerla y de que estuvo a punto de quedarse con ese bar, si esto fuese así estaría ahora escribiendo estas líneas? Por lo visto va allí a menudo en sus paseos matutinos así que había una probabilidad muy grande de que chocáramos en el mismo punto. Eso no ocurrió, cuando entré había dos personas sentadas en una mesa del fondo y los dueños del bar, era como entrar en una de esas tascas con solera, otro rincón para resguardarse. Tanto las mesas como los asientos eran de madera o por lo menos la imitaban, y visto el aforo decidí escoger un buen sitio desde donde poder observar la barra con el mayor disimulo posible. Me pedí un vermut , patatas y unas anchoas con pan y me limité a quedarme apartada del mundo sólo observando como se movía todo a mí alrededor. Es curioso que todos los que se apoyaban en la barra (no había asientos), tenían la misma altura, daba igual si estaban más lejos o más cerca, todos medían lo mismo desde mi sitio ¿sería una señal?, lo cierto es que eran todos bajitos, lo que me dio a pensar en si antes las personas eran más bajas, porque esa barra les quedaba hecha a medida…se lo preguntaré a mi padre. En cuanto a la barra, la verdad es que era diferente de todas las que he visto, está hecha con la madera de los barriles, es bonita.

Me quedaba una sola cosa, la Fira de Sta. Llùcia y habría acabado la primera parte de mi paseo…

Ahora me arrepiento de no haber llevado cámara de fotos, lo que corre por Internet es escaso…

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