Es cierta aquella frase que reza "Nunca te acostarás sin saber una cosa más", aunque sería de agradecer de vez en cuando acostarse sabiendo unas cuantas cosas menos. O la cantinela de aquella canción.."La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida aaayyy Diooos...", bien, yo proclamo a los 4 vientos...(no se los nombres), que estoy profundamente indignada.
De pequeña era feliz, asunto harto difícil hoy en día, aunque la desdicha sólo esté en la mente. Y lo era por un sinfín de motivos.
Se puede ser feliz con los cinco sentidos pero para lo que hoy me atañe solo necesito uno, el gusto.
Antes mi paladar disfrutaba cual abeja transportando sus cubitos de miel, de unos alargados e irregulares filetes de carne rebozada, perfectos al más recalcitrante gusto de cualquier chef de fama mundial. Se presentaban así, espachurrados al azar en el plato con la mejor compañía que uno puede llegar a desear, las patatas fritas. Siempre venían en grupos de dos o de tres según tuviese la mañana la buena mujer que los cocinaba.
Yo los miraba, ellos me miraban y la conexión era fantástica, lentamente con el borde el cuchillo arrancaba su rebozada capa viendo así su interior, otra forma de amar según como se mire. Un interior blanco...¿desde cuando el pollo es blanco? porque para mí tiene un amarillo dibujo animado indiscutible!. Toda aquella exquisitez acumulada en el cuchillo pasaba directamente a mi boca y era...extremadamente feliz.
Años después, una vez independizada y consciente de que necesitaba aquellos bocados de alegría me entero de que no era carne, que era pollo! Y yo os lanzo esta pregunta: Si un pollo viniera a vosotros buscando sus orígenes y os preguntara que de que está hecho, ¿que le diríais? Estás hecho de Silverstone? de metacrilato?.
No!! para mí el pollo es carne y con esta conclusión dejo este escrito y me voy en busca de la esperanza que he vuelto a encontrar de nuevo.
De pequeña era feliz, asunto harto difícil hoy en día, aunque la desdicha sólo esté en la mente. Y lo era por un sinfín de motivos.
Se puede ser feliz con los cinco sentidos pero para lo que hoy me atañe solo necesito uno, el gusto.
Antes mi paladar disfrutaba cual abeja transportando sus cubitos de miel, de unos alargados e irregulares filetes de carne rebozada, perfectos al más recalcitrante gusto de cualquier chef de fama mundial. Se presentaban así, espachurrados al azar en el plato con la mejor compañía que uno puede llegar a desear, las patatas fritas. Siempre venían en grupos de dos o de tres según tuviese la mañana la buena mujer que los cocinaba.
Yo los miraba, ellos me miraban y la conexión era fantástica, lentamente con el borde el cuchillo arrancaba su rebozada capa viendo así su interior, otra forma de amar según como se mire. Un interior blanco...¿desde cuando el pollo es blanco? porque para mí tiene un amarillo dibujo animado indiscutible!. Toda aquella exquisitez acumulada en el cuchillo pasaba directamente a mi boca y era...extremadamente feliz.
Años después, una vez independizada y consciente de que necesitaba aquellos bocados de alegría me entero de que no era carne, que era pollo! Y yo os lanzo esta pregunta: Si un pollo viniera a vosotros buscando sus orígenes y os preguntara que de que está hecho, ¿que le diríais? Estás hecho de Silverstone? de metacrilato?.
No!! para mí el pollo es carne y con esta conclusión dejo este escrito y me voy en busca de la esperanza que he vuelto a encontrar de nuevo.
1 comentarios:
Lo importante no es si era pollo o carne, si no que te ponía la carne de gallina. La gallina sí que es pillina!!!
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