24 de enero de 2009

De como el viento sopla y pasa página



Normalmente odio el viento, pero esta vez apareció cuando más lo necesitaba. El frío se había esfumado y en su lugar había dejado un aire del cual era muy fácil hacerse amiga.

Siempre he tenido el pensamiento de que las ráfagas de viento que te cogen desprevenidas, se llevan todo lo malo, y con un soplido hacen desaparecer todo lo que hasta ahora pesaba en la mente y era incómodo de llevar en el alma. Los lamentos, los noes, las malas lágrimas, el aburrimiento, los grises, la pesadez, la tristeza, las malas experiencias, los malos pensamientos... desaparecen entre las bolsas de plástico que se elevan en espiral emigrando a otros lugares y los pelos enfurruñados sin esperarlo de las personas que adornan los semáforos.

Empezó siendo un mal día, de esos en los que la sábana te secuestra de tal manera que claudicarías sin pensarlo tan sólo un minuto, pero la parte responsable siempre ha sido más alta y más fuerte, y gracias a ella ayer, yo, pasé página.

Acaricio una hoja en blanco de mi libro, intrigada por lo que la tinta del destino, por el momento invisible, me deparará...

El momento elegido por el azar, vale siempre más que el momento elegido por nosotros mismos (Proverbio chino)

2 comentarios:

Escarlata dijo...

Qué buena reflexión... yo también odio el viento, pero hay momentos en que hace falta para cambiar de aires. Hoy he visto muchas bolsas de plástico volando y me he acordado de cuando las perseguíamos de pequeñas. Y también de nuestra conversación de yayas cachondas (en el buen sentido) de ayer por la tarde, que también sirvió para que entraran risas y viento fresco!!!

Naida dijo...

Sí, las bolsas y sus destinos insospechados, con que poco nos conformábamos...y que divertido era!

Imaginación al poder