21 de diciembre de 2008

Cambio perro por piano


Hay algunas historias que desde un principio se sabe que no van a acabar bien. Cuando tenía ocho años me regalaron mi primer perro. Le llamé Toby después de haber visto le película “Tod y Toby” en el cine. En teoría era un perro macho, pero me llamaba la atención el que meara agachándose en vez de levantar la pata, aunque yo era demasiado pequeña para preguntarme según qué cosas.

Toby era un perro pequeño, marrón, al que le desaparecían las patas cuando le daban sus ataques matutinos de velocidad y corría como loco. Yo estaba muy contenta con él, pero a mi madre empezaron a darle unos ataques de asma muy fuertes y el médico nos aconsejó dejar al animal. Mis llantos no lo impidieron, mi madre, con mucho sentido común, me planteó si prefería quedarme con Toby y que ella se muriera, y yo decidí que no quería ser una huérfana con perro.

La noche en que mis padres dejaron a Toby (en buenas manos), invitaron a mi prima a dormir a casa, para que yo no me sintiera tan triste. Aquello, junto con las ojeras de mi madre, que al final sufrió más que yo al dejar al perro, me hicieron presentir que Toby ya no era nuestro. Al llegar a casa por la noche y abrir la puerta, sólo se me ocurrió preguntar : “Dónde está Toby?”. Mi madre negó con la cabeza y nos llevó a mi prima y a mí hasta mi habitación. Allí había un piano de juguete, blanco y con cola, el sustituto de Toby. Podría haber asustado a mis padres, llamando al instrumento Toby e intentando atarle la correa para bajarlo a la calle, pero acepté la pérdida y me senté al piano a tocar. Recuerdo haber pasado muy buenos momentos tocando aquel pianito, no sé si mis padres pensaron lo mismo, o preferirían haber seguido con el asma…

Unos meses más tarde, nos enteramos de que el perro Toby era en realidad una hembra. Una historia surrealista que me confirmó que aquel perro no era para nosotros. Toby fue la primera pérdida que me dolió, aunque aquel piano blanco me enseñó que siempre se gana algo en una derrota.

Años más tarde llegaría mi segunda perra, la Lassie (como podéis ver no tengo mucha imaginación para nombrar perros),que por suerte se quedó con nosotros muchos años, y no fue cambiada ni por un piano ni por un Minimal.

3 comentarios:

Naida dijo...

Gran perra la Lassie!! a Toby no le llegué a conocer pero estoy segura que tenía que ocupar otro lugar para dejar paso a la gos d'atura de pelos locos. Y encima con piano a cuestas.

La Lassie no se aburrió, no y al piano también le has sacado utilidad, no sé porque todo esto junto me recuerda un poco a Elton John...no se...

momo dijo...

Parece ser que esa serie nos impactó a muchos..
A mi también me dieron un perro por aquella época y lo llamé Toby.

Escarlata dijo...

Espero que no fuera el mismo!