Sí, a menudo y en día de esos (tristes), en el ordenador pongo música, cierro los ojos y me voy contigo, a pasear por lugares que conozco, que son por donde tu nos has llevado , esta vez ha sido Múnich.
Fin de semana del 19 al 21 de mayo del año 2000.
Tu madre tu hermano y yo en el aeropuerto de Munich, y tú esperando nuestra llegada.
Dejamos las maletas en el piso, y a pasear por la ciudad, lo primero que nos sorprendió (aquí no estuvimos acostumbrados a eso), fue la puntualidad del transporte público.
Nuestra primera visita, Marienplatz, (plaza del ayuntamiento), el magnífico edificio del ayuntamiento, en su torre el reloj y el carrillón, es bonito ver funcionar el carrillón, las calles de los alrededores llenas de gente y muchas tiendas.
Pasamos un buen rato para encontrar un restaurante para comer, pero... mereció la pena, la comida buena, pero mejor la bebida, fue la primera vez que he bebido un litro de cerveza de cebada (suave), y me sentí de maravilla..
Paseamos por el bonito parque Hofgarten, por la Fundación Maximilianeum, según nos decías, escuela para alumnos adelantados, y también sede del parlamento de Baviera.
Delante del edificio del parlamento, pasa el Río Isar que atraviesa Munich, y entre charla y risas los cuatro paseando por la ancha, larga, y bonita alameda del río, agradeciendo el calor de los rayos del sol que entre sus ramas dejaban pasar los árboles, más abajo un puente, por el que cruzamos el río para volver al centro de la ciudad.
Paseamos por la Catedral, la Opera, el estadio torre y parque Olímpico, y en la más alta cima del parque la última foto y mirada a la amplia y llana ciudad de Munich.
Cierto que el tiempo entre recuerdos y música pasa rápido, y lágrimas hay, pero como dijo alguien.
Cada uno tiene que hacer su camino, y nadie lo puede hacer por otro.
En eso estoy, y mientras tanto haya memoria , habrá recuerdos.
Cuando nos veamos si ello es posible, espero que nos lleves a lugares que no conocemos.
Abrigo esa esperanza.
Río Isar