He asumido que mañana puede ser muy distinta al hoy, que lo que damos por seguro es tan solo un espejismo en el que se está muy cómodo, pero ¿es mejor estar con la cabeza metida en la tierra como un avestruz? No hay que olvidar que el culo se le queda al aire y bastante indefenso, por cierto.
Durante 36 años mi mundo ha sido (exceptuando una especie de vida paralela que tuve) estable, por decirlo de alguna manera, más que estable... feliz, con mucha suerte, valorando lo que tenía que era lo mejor que podía haber conseguido en mi paso por este mundo en constante movimiento, pero pasados escasos dos meses desde los 36 mi mundo se quebró del todo, dio un giro imprevisto que me dejó bocabajo y sin entender que era lo que estaba pasando y por qué.
De esto he aprendido, sé que en cualquier momento puede volver a girar la rueda pero lo más importante de todo creo que es saber...primero, donde está el norte y segundo la certeza de cualquier cambio que venga (exceptuando el desaparecer injustamente de este mundo), es asumible, puede ser una nueva oportunidad, un nuevo proyecto, algo que tirará de los hilos cambiando de nuevo las vistas al paisaje de siempre.
Claro, también el cambio puede ser para mal, esto no sigue ningún procedimiento exacto, pero lo que sí que sé es que si desde el inicio del cambio ya lo miramos todo en tonos grises lo más probable es que todo acabe muy negro.
Se acercan cambios y a pesar de que en un primer momento me asustaron al rato pensé que lo que se acercaba eran nuevas oportunidades. Tal vez me haya vuelto la mujer de hielo, porque es un pensamiento demasiado coherente para mí. Al menos me siento orgullosa de ello y de las personas que sé que están luchando por hacer lo mismo