30 de marzo de 2009

El trébol de Kinsale


Todo empezó en unas vacaciones en Irlanda, hace siete años. Casi al final del viaje llegamos a Kinsale, una pequeña ciudad de la costa sur. Me enamoré de ese lugar al momento, y como ocurre en los flechazos, no sé explicar por qué. Había algo en sus calles, con sus casas multicolor, y en la luz del atardecer sobre el puerto, que se me quedó grabado. Nos alojamos en un B&B llamado "The Sea Gull", regentado por Mary, una mujer simpática y energética que además era la dueña de "The Tap Tavern", un pub muy cercano a la pensión.
Mary siempre parecía tener prisa, sonreía todo el tiempo y exclamaba “Lovely!” continuamente. A las 6 de la mañana estaba en pie sirviendo desayunos y a las 11 de la noche daba la última campanada antes del cierre en el pub. La pensión no era demasiado grande, pero nos sorprendía que la llevara adelante sola… Y a partir de ahí, la imaginación voló…¿Sería viuda? ¿Por qué una mujer de su edad trabajaba tanto? Si no era viuda, ¿dónde estaba su marido? Y en un país tan místico como Irlanda, y una ciudad tan incitadora como Kinsale, se me ocurrió una historia sobre aquella mujer que no paraba, su agradable pensión, y el pub en el que cada noche todo el mundo parecía sentirse como en casa.

Y de ahí salió “El trébol de Kinsale”, mi primer libro, publicado por Anaya Juvenil, y que me sirvió de excusa para volver a ese pueblo acompañada de un grupo de buenos amigos, y regalárselo a Mary. En ese viaje Naida encontró un trébol de cuatro hojas, algo tan difícil que confirma que es un hada, y muy generosa, porque me lo regaló. Lo llevo siempre conmigo, junto a mi pitufo duende, y estoy segura de que me traen suerte, porque la suerte también depende de que uno quiera tenerla.
Ayer regresé de una nueva visita a Kinsale. Ese lugar tiene algo que a mí por lo menos me lleva a un mundo irreal, donde la ficción se mezcla con la realidad, la magia se pasea por las calles de colores y los cielos nublados, y donde uno podría creer que los duendes existen.



3 comentarios:

Naida dijo...

Por Dios, mondié, mononce!! no podéis dejar de visitar Kinsale, es P-R-E-C-I-O-S-O!! claro que antes deberíais leer el libro...

Tanto color junto y tanta magia son abochornantes si es que existe esa palabra...

Y sí, encontré un trébol de cuatro hojas y no os imagináis que orgullosa estoy de ello!!

momo dijo...

Yo no he ido nunca pero como leí el libro.. es como si ya hubiera recorrido las calles paseando por ellas con los ojos abiertos disfrutando de cada uno de sus rincones.. Aunque también estaría muy bien ir a conocerlo en persona.

SERGI dijo...

Un lugar donde se le da vida a un libro buenísimo, la gente te sonrie al saludarte y se encuentran treboles de 4 hojas.
No lo dudes, hay que visitarlo!!!!!