Me he preguntado muchas veces que superpoder me gustaría tener. No hace mucho llegué a la conclusión de que si pudiese, tendría una supermano para dar hostias como panes a aquellos que se lo merecían, que son muchos.

Pero, si algún día ocurre un milagro (perdón, rectifico esta palabra porque ahora mismo no creo en ello), si algún día se me aparece alguien, bien sea en forma de enano verde, hada o señor que empuja un carrito y me dice que ya puedo elegir mi superpoder, le diré que ahora el que quiero es el de poder quitar el dolor de una pérdida. Eso es lo que ahora mismo desearía por encima de todo.

Pero no, no tengo ni poderes, ni una varita mágica ni femeninos de pollos, no tengo nada de eso, lo único que se le parece tal vez algo es el complejo de perro ovejero, necesito que aquellas personas a las que quiero estén bien resguardadas de todos los males y que sean felices, aunque soy consciente de que ahora mismo recibiría un abucheo y me dirían “péinate guapa”, lo de péinate porque llevo días que tal y como me levanto así voy a trabajar, como mucho me paso los dedos porque me hago una coleta y no se nota y soy ya consciente de que trabajo con gente inanimada así que por esta parte no hay problema, en cualquier caso un perro ovejero y yo tendríamos la misma melena y lo de “guapa” es porque va con la frase.

Y esta noche pasada, la que podría decirse que ha sido mi primera noche real después de todo lo ocurrido, pues hasta ahora no había logrado conciliar el sueño, he caído como una marsopa, bocabajo y resoplando y me he sumergido en un sueño muy raro.

Criaba ocas y todas llevaban un sombrerito rosa con un lazo debajo del gaznate. No pienso buscarle el significado a esto, ha venido a mí y agradezco ese momento de paz en verdes prados.

Ojalá Laura se encargue de mis sueños de ahora en adelante, sería genial, y si esto es así, está claro que le encantan las granjas