Estoy subida en mi barco, se quedó encallado, aquí, en el banco de sal. Tengo mi instrumento de ver oxidado pero aún funciona y consigo encontrar a lo lejos, a través de sus cristales, empanadilla rusa y flores rebozadas. Nunca me han gustado este tipo de flores porque son de las que no te regalan belleza. Girando mi instrumento veo también una mesa de oficina, donde hay un chico con gafas y pelo rojo como peinado por el viento hacia la derecha, tiene mejillas sonrosadas y cara de oliva. Me mira con ojos diminutos, tal vez sea ese del comic que llevaba un perro blanco. Yo solo quiero hacer algo mas interesante que mirar y descubrir tengo ganas de jugar, de coger una silla y girar con ella, irle dando a las cosas que me encuentre y que tintineen a un compás loco de aquella manera los pelos se levantarían y los perros bailarían flamenco, del acompasado y de aquel en el que después de dar un pequeño saltito, los pies se cruzan quedando como una X, así sería un misterio para mi y tendría algo que hacer porque estoy cansada de adivinar aspectos que no me tocan, yo solo debería tener ovillos de lana para enredarme en ellos.
El secreto de la boticaria - Sarah Penner
Hace 1 mes
3 comentarios:
Todo esto puede salir de una cabeza en 5 minutos? Que imaginación.
Repito, JODER!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
La de cosas que se acaban volcando... como venga un psicoanalista, vamos listas!!!
¡¡Qué gran placer!!
Enrederarse y desenredarse en un ovillo de lana...Ummmmmmm....
Publicar un comentario