Ayer estaba metida en una playa de agua increíblemente transparente, con la temperatura ideal, arenilla de la que no se pega, una brisa agradable… y en ese momento era completamente feliz.
Creo que la felicidad son cosas así de pequeñas, y me apunto al club de los hedonistas, que eran muy listos. Si hubiera nacido 2400 años antes, me habría hecho filósofa para vivir filosofando en la escuela de los que buscan el placer. Y leyendo sobre su doctrina he encontrado lo siguiente:
Todos los seres humanos hemos nacido con la posibilidad de experimentar placer.
El placer no es bueno, ni malo, simplemente existe.
Lo bueno o lo malo del placer reside en cómo se busca y hasta dónde llega.
Todos los extremos son inconvenientes, el exceso de placer se convierte en vicio.
El placer no es solamente la gratificación sensual o sexual como piensan la mayoría de las personas.
Hay placeres tan simples y deliciosos como comerse un pedazo de torta, o mirar la última alineación planetaria.
Existen placeres que a la postre traen infelicidad, insatisfacción o contratiempos, por ejemplo la popularidad o la fama.
El mayor placer para el género humano debe girar entorno del servicio de los demás.
Si aprendemos a distinguir verdaderamente lo que es placer, podremos vivir muchos momentos de felicidad.
¡Qué fácil! Dicho así, resultará que el que no es feliz es porque no quiere…
2 comentarios:
Vaya! la felicidad está en las pequeñas cosas...eso es cierto, solo hay que procurar tener muchas pequeñas cosas!
Pues tienen mucha razón !
Desde luego la felicidad y los placeres no tienen que ver con el dinero (salvo en el momento puntual de conseguirlo). Si no no se explica que en los paises mas pobres la gente viva feliz con nada y aqui no paremos de ver caras amargadas con nuestras casa, coches, lujos ...
El que sepa disfrutar de esas pequeñas cosas tiene mucha felicidad ganada.
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